El método de
financiación de los centros expositivos se ve sumergido en un
continuo debate ya que un correcto mantenimiento y exhibición de las
obras de arte requiere una gran inversión por parte de los
gobiernos, quienes se afanan en reducir lo máximo posible los
presupuestos en cultura. Si bien este problema estaba ya patente en
las vacas gordas, dichos debates se han visto incrementados a causa
de la crisis estafa que vivimos en la actualidad.
Es bien sabido por todos
que cada vez el aspecto comercial cobra una mayor importancia en las
salas de museos más importantes del mundo. No hace falta más que
pasarse por cualquiera de estos centros para comprobar lo
cuidadosamente programada que está la zona de salida para que
tengamos que toparnos con alguna tienda de souvenirs – si es que no
nos las vamos encontrando entre sala y sala-. Uno de los casos más
descarados a este respecto lo representa el Museo del Louvre, al cual
se puede acceder directamente desde un centro comercial, el Carrousel
du Louvre, donde la cola de espera se ameniza entre Starbucks y Apple
Store.
Imagen de la zona de acceso al Museo del Louvre desde el Carrousel con tienda de Apple a la izquierda. Foto: carrouseldulouvre.com |
Parece que en esta
tendencia de límite dudoso entre exposición y escaparate es el
Palais de Tokyo quien se presenta como el mayor exponente de esta
tipología en París.
El Palacio de Tokyo es un
centro expositivo de gran importancia en Francia. El hecho de que no
sea muy conocido entre el turista fugaz se debe sin duda alguna al
aura de antigüedad que desprende la ciudad y que hace que
prevalezcan en la visita museos con más carga histórica que este
centro tan actual. Además de albergar en una de sus alas el Museé
d'art moderne de Paris, cuenta también con un gran restaurante y un
centro de creación contemporánea.
El hecho concreto que me
llevó a esta reflexión se produjo la pasada semana, cuando durante
48 horas coincidieron en el Palais dos muestras gratuitas en un
recinto en el que, por norma general, la entrada cuesta unos 10
euros. Una de las exposiciones llegaba a su punto y final tras un mes
en escena; se trataba de Nº5 Culture Chanel. Un título claro, conciso y sin
lugar a equivocación. Por otro lado se realizó una exclusiva
muestra durante un par de días con el título Reflections basada en
el mundo de la joyería.
Piezas de la muestra Reflections del Palais de Tokyo. |
Cualquiera de las dos
exposiciones podría llegar a resultar de un gran interés cultural
si no hubieran compartido espacio y tiempo. Es ese el factor
principal que hizo que me sintiera como si estuviera paseando entre
las vitrinas de las Galleries Laffayette más que por un centro de
arte contemporáneo.
Puede que también
influyera cómo se presentaba al público la muestra, tan encaminada
a la venta que dejaba a un lado al visitante solamente interesado en
contemplar las piezas por su valor “artístico”, llegando a
provocar una sensación de “fuera de lugar” en aquellas personas
no interesadas en la compra de joyería.
No digo que este tipo de
muestras no sean interesantes ni mucho menos; de hecho reflejan una
parte de la sociedad parisina con la que hasta este momento no había
tenido el placer de coincidir. Quizás la distribución no fuera la
más apropiada para no hacernos sentir dentro de una de las
incontables joyerías de la ciudad - cuya única diferencia eran los
señores de negro de la entrada que se encargaban de contar el número
de visitantes-.
Fragmento del catálogo de la muestra Reflections con las piezas y su precio (mediante código de colores) de entre 250 y 55000 euros. |
Existen en París otras
instalaciones más apropiadas para este tipo de eventos, por lo que
cabe preguntar ¿hasta qué punto interesa y compensa unir el nombre
de una institución de renombrado prestigio en el mundo del arte
contemporáneo francés a este tipo de muestras? ¿a quién beneficia
más? ¿se producirá un incremento de las ventas al ligar las joyas
al Palais de Tokyo?
Como anécdota indicar
que en mis 40 inútiles minutos de esperar para conocer los
entresijos chanelianos tuve el placer de coincidir con la versión
francesa de Carrie Bradshaw y una de sus amigas. El parecido físico
entre ambas Carries era considerable, con melena rubia leonina
incluida y look cool para la expo (me pregunto si el parecido seria
buscado); pero sin duda lo que más me llamó la atención fue la
similitud de la vida sentimental de ambas – que la Carrie francesa
contaba pormenorizadamente y sin un mínimo de discreción a su
amiga-. Me pregunto si este parecido no sería también buscado..
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