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1 de julio de 2013

Cine bajo las estrellas.

El programa cultural de este lugar es inabarcable: durante todo el año las exposiciones temporales y colecciones permanentes de incalculable valor salpican los boulevares haussmanianos de París, que ya de por sí son dignos de admiración. Pero parece que con la llegada de la época estival la programación se multiplica como las alergias en primavera.  Esto acaba produciendo una insatisfacción permanente, ya que es imposible acudir a todos los eventos que nos gustaría aunque nos dedicáramos en exclusiva a ello - que no es el caso-. 

Un claro ejemplo de esta "proliferación cultural" lo viví el sábado cuando,  mientras me dirigía a un ciclo de  cine bajo las estrellas que me habían recomendado me topé con unos carteles sobre un festival de cine cuyo fondo era estrellado y que también se desarrollaba durante dicho sábado. De forma casi retórica pregunté a mis acompañantes – ¿es aquí a dónde vamos?- y cuál fue mi sorpresa cuando la respuesta fue no. No, el cartel sobre cine plagado de estrellas no se corresponde con los tres días del ciclo “cine bajo las estrellas”; eso es otra cosa.



Ese cartel que a priori me había engañado se correspondía con el Festival de cine de París y yo me dirigía a Films sous les étoiles en Saint Cloud; cuyo cartel en realidad era este:




Pues bien, Films sous les étoiles es un ciclo de cine que se repite cada año durante estas fechas en el Parque Nacional de Saint Cloud, diseñado por André le Notre -más conocido por diseñar los jardines de Versailles-. Durante los tres días que dura el ciclo se puede disfrutar de unas sesiones maratonianas de cine totalmente gratuitas en un enclave idílico a las afueras de París y en un ambiente de lo más festivo. Gente de todas las edades se reúne alrededor de la pantalla gigante horas antes del comienzo de las proyecciones para disfrutar de un agradable cena. Es necesario llegar con antelación ya que la gente va provista de sacos de dormir, cestitas de pic-nic y, en algunos casos, hasta de mesa y sillas plegables y si te despistas te dejan sin sitio.

 Para todos aquellos que se han apuntado al evento a última hora y no han llevado su "kit de supervivencia a la intemperie" existe la posibilidad de alquilar mantas y cojines Ikea en una carpa instalada al lado de la pantalla y que, viendo como bajaba la temperatura de madrugada, no es de extrañar que recibiera visitas también de aquellos que parecían de lo más equipados a primera hora.

leparisien.fr

La programación fue un poco inestable desde mi punto de vista.: comenzamos con un corto de 6 minutos "Le moine et le poisson" para continuar con Avatar hasta la una de la madrugada, seguida por la peculiar Blow Up que quizás fuera un poco profunda para esas horas ( el público comenzaba a dormirse). El punto y final lo puso Delivrance, un film no del todo adecuado ya que los protagonistas se pasan más de la mitad de la película en el agua y/o pasando frío y... bueno, digamos que la empatía del espectador con la gran pantalla hizo las delicias de la carpa de alquiler de mantas.




Los vigilantes de seguridad no pararon de pasearse en ningún momento entre los asistentes asegurando el control de los grupos de adolescentes que habían bebido más de la cuenta y a los que les era más difícil mantener la boca cerrada, lo cual generaba una gran tranquilidad a los espectadores que nos encontrábamos en medio de un jardín inmenso y a más de 5 minutos de la primera farola.

Pero sin duda hay un detalle que con el que la organización se ganó todo mi respeto: a todos aquellos valientes que habían sobrevivido a la noche completa, una vez deshinchada la pantalla, cuando iban a devolver las mantas y cojines les regalaban un croissant y un café caliente que eran recibidos por los asistentes como agua de mayo. Son estos, los pequeños detalles, los que marcan la diferencia entre una noche de cine al aire libre y un evento de lo más cuidado.





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